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  • La cam se mantiene hasta nuestros d

    2019-05-27

    La cam se mantiene hasta nuestros días en resistencia y se ha caracterizado como una organización radicalizada en el rescate de su cultura en, y desde, sus territorios, insiste en ello como condición para la reconstrucción de sus formas religiosas, lengua, autoridades, etc., ya que la autonomía que defiende reúne la cultura en todas sus dimensiones con la exigencia del territorio, entendido como el hábitat donde tienen lugar las proyecciones de sus actividades y funciones culturales presentes y futuras. Unos meses después de ese Planteamiento de la cam se publicó el libro Los Mapuche en la sociedad chilena actual (2002) del sociólogo chileno Alejandro Saavedra, quien afirmó una serie de supuestos cuyos ecos resuenan todavía en las generaciones de activistas e intelectuales de la primera década del siglo xxi, y es que su libro ofreció objeciones y posicionamientos que confrontaron a intelectuales muy importantes, especialistas en estos temas, como el antropólogo Rolf Foester y el historiador José Bengoa, pero más allá de estas diferencias intelectuales, contiene provocativas aseveraciones como las que interpretan al movimiento mapuche supeditado a la lucha de clases en un Estado en el que se ha implementado el modelo económico neoliberal, ya que para Saavedra los indígenas mapuche han perdido sus comunidades originarias siendo parte de las filas de los asalariados y campesinos pobres, por tanto, las luchas contra esta condición de pobreza debieran ser atacadas con ddr1 en la dirección dada por los científicos sociales para seguir los lineamientos efectivos que trastoquen ddr1 la desigualdad de clases. Desde este enfoque es que Saavedra consideró erróneos los procedimientos de reivindicación étnica para obtener otro sitio en la sociedad chilena. Saavedra afirmó lo siguiente: Esta es para nosotros la contribución más importante de Saavedra en la discusión sobre la condición mapuche, en tanto que la calidad de pueblo es lo que le dio el protagonismo por el que se obtuvieron las conquistas de sus derechos, téngase presente que en ese aspecto fue que se sustituyó el Convenio 107 por el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo en 1989, y ya estaba establecido desde tiempo atrás el grupo de trabajo para la Declaración de derechos de los pueblos indígenas en 1982; así también, en 1981 la Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos hizo patente los derechos humanos de solidaridad de los pueblos colonizados y oprimidos, hechos que enmarcan distintas facetas en las luchas étnicas que no siguieron el camino de la izquierda a lipases través del sujeto político del proletariado para obtener este estatus. Miriam Lang describe muy claramente que la izquierda muchas veces ha sido incapaz de cuestionar sus propias bases de lucha: “En el pasado, las propias izquierdas han exhibido a menudo prácticas coloniales, promoviendo miradas eurocéntricas en lugar de partir de un análisis histórico y situado de la cultura y sociedad concretas que les rodeaban en América Latina”. Rodolfo Stavenhagen sostiene que las movilizaciones indígenas han colocado sus demandas de derechos humanos a una altura que no habían tenido, y que las izquierdas partidistas no se programaron en sus idearios políticos. Sin embargo, no hay que perder de vista lo que este mismo autor afirma cuando invita a no aislar las luchas sino a conjuntar esfuerzos, en este mismo sentido se han expresado en sus obras Pablo González Casanova y Luis Villoro. No obstante, las comunidades no han cejado en sus esfuerzos por pervivir y recrear sus formas tradicionales una y otra vez, lo que da cuenta que no sólo no desaparecieron de Chile sino que hoy son conscientes de sus derechos a la diversidad cultural y de autonomía. Esta situación la ilustraremos con los encuentros que tuvieron lugar entre la organización Identidad Territorial Lafkenche y los representantes del gobierno, con la finalidad de redactar la Ley 20.249 que crea el Espacio Costero Marino de los Pueblos Originarios.