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  • Para el Movimiento Social Ind gena el lugar

    2019-06-10

    Para el Movimiento Social Indígena, el lugar de la protesta es su propio territorio ancestral que es defendido frente T-5224 los actores armados. Así, el lugar adquiere por lo menos tres características: a) como sitio donde se realiza la acción colectiva, b) como el motivo y causa de la acción colectiva y c) como instrumento para la acción colectiva.
    Reflexiones Finales Las comunidades y grupos campesinos e indígenas que promueven y hacen posible la protesta social a través de acciones como marchas interregionales, bloqueos de vías o una concentración en una agencia del gobierno, no se planean así nada más porque sí, sino que existen y subyacen además de las políticas lógicas y sociales, las espaciales que son significativas y que hacen de su lugar en el mundo, es decir, de su territorio ancestral, escenario de poder. Los científicos sociales tienen una exhaustiva tarea: incluir esta dimensión en sus nuevos aportes. Tal como lo han planteado Hernando Uribe y Gloria Montoya, el espacio es una construcción sociocultural que se forma históricamente, que es condicionada, pero que además responde a una cierta lógica del sistema de saber-poder, en su contexto social. Absolutamente nada de lo que puede suceder en y con el espacio es gratuito ni se puede explicar como si fuera resultado de un momento de azar. Todo ello conlleva a pensar que la geografía de la acción colectiva, si se nos permite denominarla así por el momento, no es sólo de localización y ubicación de los lugares y puntos del planeta donde se hacen protestas sociales, sino que además de ello incluye elementos mucho más profundos que relacionan la dinámica de la acción colectiva y sus lugares de expresión, lo que exige entonces la búsqueda del sentido del lugar.
    En el presente texto queremos mostrar cómo la literatura nacional nicaragüense y la izquierda política, específicamente el sandinismo, convergieron durante gran parte del siglo en el diseño de discursos políticos e ideológicos sobre las clases campesinas subalternas.Estos relatos hegemónicos que estuvieron relacionados con el proyecto nacional-estatal moderno mostraron renovados despliegues, y entraron en nuevos conflictos a partir de la revolución triunfante de 1979. De hecho, un argumento guía de este ensayo es que esta serie de ideas, conceptos y representaciones tuvo predominio durante la segunda mitad del siglo , y siguió siendo usada hasta la crisis armada entre los campesinos de la “contra” y el Estado revolucionario durante los años ochenta. Con relación a la guerra contrarrevolucionaria, que se agudizó entre 1982 y 1989, existe cierto consenso académico de que se trató de una guerra campesina. Si bien fue una guerra financiada por Estados Unidos y tuvo por líderes políticos a Permian Period opositores “civiles” de la élite política nicaragüense, articuló también el descontento campesino y étnico frente a las políticas agrarias del sandinismo. Martí Puig explica que:
    En este ensayo nos interesa mostrar ciertas continuidades entre representaciones literarias nacionalistas, estudios sociológicos, memorias políticas, y otros relatos que toman al campesinado nicaragüense como tema. Planteamos que este tipo de textos idealizan a un campesino homogéneo y a la medida del deseo moderno de integración nacional. Esta idealización, que es también ideologización, alcanzó su auge en la coyuntura que va de la detonación de la vanguardia literaria en los años veinte y treinta al apogeo del sandinismo en los años setenta y ochenta, que fue el periodo histórico también de la dictadura de los Somoza (1937-1979). Según un argumento que desarrollamos en la última parte de este ensayo, la finalización del proceso revolucionario sandinista en los años noventa representó una coyuntura de cambio y rearticulación para las concepciones literarias e ideológicas sobre los campesinos. Expondremos en un primer apartado lo que consideramos básico para la articulación teórica de este ensayo: cómo los estudios Subalternos pueden contribuir a la interpretación de una coyuntura centroamericana, en que los discursos que tratan de lo nacional interpelan a las culturas campesinas. En un segundo acápite expondremos cómo el campesino subalterno nicaragüense es reconocido con sensibilidad discursiva enunciada en el momento de la posguerra (las dos décadas posteriores a la derrota del sandinismo en las urnas, en 1990), la que puede remontarse a su inscripción en la literatura vanguardista. En tercer lugar, para historizar esa inscripción, veremos algunos cambios decisivos que se dieron en los años sesenta y setenta, cuando se concibió al campesino subalterno como migrante en la ciudad, se impuso el catolicismo posconciliar en la concepción sobre y, paralelamente, el sandinismo contemporáneo ingresó con autoridad discursiva y de clase a la vida política nacional. Por último, volveremos al periodo llamado de transición democrática (a partir de 1990) en el que hubo un proceso que terminó con la idealización del campesinado, la cual había dominado hasta entonces.