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  • Contrario a lo que concluye Guajardo en torno a que

    2019-06-15

    Contrario Y27632 lo que concluye Guajardo, Y27632 en torno a que la privatización dejó de lado el tema central de la reforma del Estado y de las nuevas capacidades públicas, de ahí que los efectos de décadas de reformas económicas sean todavía confusos e inconsistentes, el fenómeno globalizador sí implicó una reforma del Estado, en términos administrativos y de la acción pública: tecnificación de la administración pública, eficacia y eficiencia del Estado y nuevas instituciones. Incluso no significó una reducción del costo burocrático, como se piensa, porque la tecnificación implicó nuevas instituciones en nuevos espacios, que implicaron mayores y mejores salarios para la “alta burocracia” regional. Lo que ha imperado desde entonces es el sentido privado en la acción pública: privatizaciones de sectores estratégicos y desregulaciones para generar “competitividad”. Y dado que el fenómeno globalizador busca consolidar un carácter y sentido supranacional, ha sido inevitable la modificación, mas no desaparición del Estado-nación, desde la intersección entre soberanía y territorio. Dicho tema, a decir de Osorio, ha sido tratado de manera sobredimensionada y extrapolada para justificar una situación que puede oscilar entre lo que podríamos llamar a) el regreso a un Estado de naturaleza (sin Estado), o b) la implementación de organizaciones supranacionales que puedan ejercer adecuadamente formas de control (bloques). Nuestro planteamiento es que se han efectuado procesos de relación y beneficio del patrón de acumulación internacional, y en detrimento del orden social estatal. La lectura neoliberal, que justificó un cambio trascendental principalmente en América Latina, significó abandonar el sendero de la industrialización autónoma y adoptar un modelo de desarrollo basado en la apertura económica y la competencia global, lo cual ha logrado articular paulatinamente en un mismo discurso el factor “interno”, caracterizado por la acumulación de tensiones e insatisfacciones por el desempeño del Estado para brindar prestaciones básicas a la población enmarcada en su territorio, y el factor “externo”, resumido en la imposición de la globalización como fenómeno que connota la ineludible subordinación de las economías domésticas a las exigencias de la economía global. El proceso de globalización capitalista, en las últimas décadas, constituye un cambio importante en relación con la integración del proceso productivo mundial, que impacta sobre las formas de ejercicio de soberanía estatal en cuestiones tan básicas como la reproducción material. La puja desatada entre los distintos espacios territoriales nacionales por capturar porciones cada vez más volátiles del capital global y anclarlas de manera productiva dentro de sus fronteras, llevó a cortisol denominar esta etapa como del “Estado competitivo” o “Estado de competencia”. Éste es el resultado de la crisis del modelo de intervención fordista y propio de la etapa neoliberal. Sin embargo, la integración en la escala global no es una novedad: la emergencia del capitalismo como sistema mundial en el que cada parte se integra en forma diferenciada, planteó desde sus orígenes una tensión entre el aspecto general (el modo de producción capitalista dominante), que comprende a cada uno de sus integrantes en tanto piezas de un todo complejo, y el aspecto específico de cada Estado-nación particular (formaciones económico sociales) inserto en el mercado mundial. Como advierte Holloway, la fragmentación de lo “político” en estados nacionales es un rasgo constitutivo del capitalismo: “la reproducción del capital a escala global tiene su contrapartida en la existencia de esos espacios estatales que la posibilitan”. Este proceso, como señala Hirsch, refleja un Estado, cuya política y estructuras internas son determinadas decisivamente por las represiones de la “competencia internacional por el lugar óptimo”. Sus características son claras aunque sus garantías sociales muy pocas. En primer lugar, hacer óptimas las condiciones de valoración del capital en un ámbito nacional en relación con el proceso de acumulación globalizada en continua competencia con otros lugares óptimos nacionales; y por otra, la democratización, como un proceso dinámico y complejo que siempre está amenazado de involución, dentro de un marco institucional liberal, es decir, las decisiones políticas fundamentales desvinculadas de los procesos democráticos de formulación de voluntades y de los intereses expresados por la población. La relación entre la lucha popular y no las ideas de los gobernantes sostiene la (des) democratización.